miércoles, 16 de julio de 2008

LAS CONDICIONES PARA UNA COMUNICACIÓN AUTÉNTICA.


La comunicación es un fenómeno complejo, difícil de controlar en todos sus elementos. Para que un intercambio de información entre los hombres se le llame comunicación auténtica es necesario una síntesis provisional y funcional.

Provisional porque es un instrumento de autoevaluación para quien como todo educador está llamado a comunicar de la manera más auténtica. Esto es para que el catequizador y el catequista estén en el mismo contexto.
Tanto el emisor como el receptor deben estar motivados, esto quiere decir que tanto uno como el otro estén interesados a establecer un momento de encuentro, solo entonces se presentará a lo que se hace y se participará de ello.
No se puede hablar de participación auténtica cuando los interlocutores están motivados pero no en la misma dirección, no por los mismos objetivos.

Si no se consigue hacer surgir una motivación válida para todos, se confirmará que somos recíprocamente extraños, sino enemigos. No se obtendrá ningún resultado humano positivo. La tarea de responder a la necesidad de crecimiento del educando y suscitar y sostener esta misma necesidad; con la convicción de que si no consigue motivar al educando para la colaboración y el diálogo, cada paso ulterior quedará comprometido.

Es necesaria una codificación y decodificación departe del emisor y el receptor. En definitiva, hacer referencias humanas confrontables. Es necesario entonces un largo compartir la vida para superar la ambigüedad de las palabras y descubrir la riqueza de significados de semejanzas propios de culturas diversas. Si no llegáramos a esto entonces llegaríamos a la posibilidad que el receptor y el emisor llegaran a no entenderse. Es indispensable que el receptor decida decodificar el mensaje según las instrucciones indicadas por el emisor. Cuando el receptor no presta atención a las instrucciones de uso que acompañan el mensaje, se corre el riesgo de la incomprensión. Por ejemplo la expresión burro en la intención del emisor puede ser una simple broma dirigida a un alumno, se puede convertir en una hiriente ofensa, según el tono y el momento en se dice, el receptor por lo tanto puede y es libre de su codificación y puede decidir no prestar atención al tono de broma, atribuyendo al emisor una ofensa.
Es necesario que el emisor se adecue a la situación, respetar las características del medio que se utiliza y conocer la disponibilidad, capacidad del receptor, en la situación concreta en la que recibe el mensaje.

Cada una de las afirmaciones es comprendida a partir de lo que ya se ha expresado antes.
La interacción debe ser correcta. Ningún emisor es capaz de saber qué comunica, si no recibe la relativa confianza del receptor. Nadie en efecto, puede garantizar él solo por sí mismo la autenticidad de la comunicación.

Una auténtica comunicación entre personas se realiza pues, solamente cuando emisor y receptor se intercambian informaciones y tienen en cuenta estas informaciones de cara al diálogo ulterior, emisor y receptor tienen idéntico poder sobre la dinámica de la comunicación.

Estar en comunicación con una persona equivale a estar dispuesto a caminar con ella para un crecimiento en la humanidad y la verdad. Esto implica la aceptación del riesgo que siempre supone el ponerse en juego, la aceptación del riesgo de que este diálogo me exija un cambio para adecuarme a lo que de nuevo y más auténtico puede entre ver.

Elaboró: Marcela Villareal Martínez

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