Me parece interesante este párrafo, ante el cual me siento verdaderamente cuestionada, ya que habla de un caminar con el otro, de un ir día a día con un concreto fin: el crecimiento, implicando asimismo la aceptación de un riesgo que conlleva este acompañar.
Me llama la atención cuántas palabras huecas pronunciamos en el ir y venir de nuestra vida, cuántos caminos sin recorrer hemos dejado por la falta de conciencia en nuestra diálogo. Creo que la conciencia es muy importante en la comunicación, pues muchas veces no se es consciente de lo que se dice ni cómo se dice, del daño o bienestar que causamos al otro con nuestras palabras.
Hablando de la gran Palabra, creo que mi actitud al hablar de Jesús, la Palabra de Dios, debería ser como cuando Dios se presenta a Moisés en la zarza y le dice quítate las sandalias porque la tierra que pisas es sagrada, yo tengo que quitarme mis creencias, mis esquemas y mi forma común de dirigirme a los niños cuando les doy clase, porque no estoy hablando de cualquier hombre, sino del Hijo de Dios que se hizo hombre, como tú y como yo, pero que es Palabra divina.
Después de la lectura de este texto reconozco que mi comunicación no es auténtica, asimismo, me siento invitada a hablar palabras profundas, con una plena conciencia de quién estoy hablando y qué quiero transmitir y lograr en los otros, forjando a través del diálogo relaciones que nos lleven al crecimiento mutuo.
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